Las turistas quieren guerra
Alberto y Jorge, rutinarios empleados de un frigorífico, ven con envidia cómo las hermosas turistas que viajan en un ómnibus de excursión juegan con Alejandro, el guía que las conduce, y piensan que, si ellos se dedicaran a lo mismo, tendrían muchas aventuras amorosas. Precisamente, en un encuentro casual que tienen con Alejandro, le comunican sus inquietudes y éste los invita a la empresa para la que trabaja. El dueño y su socio los aceptan de inmediato y les prometen nombrarlos apoderados de la compañía si se desempeñan bien. En realidad son timadores que están preparando una colosal estafa y necesitan dos incautos para que carguen con la culpa.