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El inspector de un grupo de homicidios despierta una mañana con un agujero en su memoria. No recuerda nada de lo ocurrido la noche anterior, aunque tiene la angustiosa sensación de que algo grave ha sucedido. Es así como, incorporado a sus quehaceres cotidianos, debe investigar un homicidio que ha tenido lugar esa noche. Por tanto, se traslada al escenario del crimen y comienza la investigación. Lo que en un primer momento es una agobiante sospecha, empieza a tomar forma, ya que todos los indicios de su investigación le señalan a él como autor del crimen. Sin embargo, no existe móvil, puesto que jamás conoció a la víctima, ni de referencia. Pero lentamente, las pesquisas van señalándole a él como responsable del delito.