El miedo no anda en burro
Doña Paz es envenenada por unos parientes que quieren heredarla, pero en el testamento ella ha dejado todo a su gatita Miau, quien deberá estar al cuidado de la sirvienta María, que a su vez obtendrá el patrimonio en caso de morir la mascota. Ella, para salvar al animal de los familiares desesperados, la lleva a una mansión de la anciana en Guanajuato. En la casa, es acosada por monstruos y fantasmas, que en realidad son los personajes avariciosos. Gracias al empleado que la recibió al llegar, que en realidad es un agente secreto, la policía llega a tiempo para evitar que María y Miau mueran.