Cada loco con su tema
Julio César, un escritor de radionovelas granguiñolescas, está muy alterado de los nervios, por lo que se hace atender por el Dr. Jiménez, quien le recomienda una institución en la que le darán una terapia para curarse de los sustos. En pos de no exponerse a la mala publicidad, el hombre se camufla con el seudónimo de Justiniano Conquián pero, por casualidad, un taxidermista también se llama así.