Días de otoño
Luisa deja su pueblo de San José para ir a la capital, y lleva consigo una carta de su tía recién fallecida que la recomienda como una buena repostera con el viudo Albino, dueño de una dulcería en la que trabajan, quien le da el empleo. Mientras ella, que sueña con el matrimonio y adora a los niños, incluidos los dos hijos de su patrón, le cuenta a sus compañeras que va a casarse en quince días con su novio Carlos, chofer de una casa rica en las lomas de Chapultepec, pero al saberlo Albino sufre una gran desilusión.