Mi compadre Capulina
Capulina está preso por hurtos que no cometió. Tras ser liberado, nuevamente se mete en aprietos en los que también resulta acusado de robo. Un compadre leguleyo insiste en defenderlo pero en realidad lo hunde más. Su vecina Rosa firma letras por él para que no lo apresen y lo mete a trabajar de mesero, pero él, por torpe, provoca una guerra a pastelazos y es despedido. Entonces, junto a Rosa, entran a un almacén: ella como modelo y él como detective. Sin embargo, Rosa es embargada por las letras y para salvarla Capulina sustituye a un luchador y se enfrenta a un forzudo que lo quiere matar desde que en el restaurante lo tundió a pastelazos.