La monja Alférez
Catalia de Erauso nace en San Sebastián a finales del siglo XVI. En su niñez profesa como novicia, pero escapa del convento disfrazada de hombre. Años después, embarca rumbo a América. Ya adulta, trabaja de comerciante en telas pero sus amoríos y lances caballerescos, mientras todos la creen un apuesto varón, la obligan a huir. Consigue hacerse soldado y, en una batalla contra los indios araucanos, es ascendida a alférez por su valentía. Su identidad es al fin descubierta y vuelve a España, donde es recibida por el rey y en Roma por el Papa, quien le autoriza vestir de manera masculina.