Confusi e felici
También los psicoanalistas pueden caer en una depresión. Lo sabe bien Marcello, psicoanalista cínico y patán, que un día decide encerrarse en casa y dejarlo todo. Este gesto extremo no se lo toma bien su secretaria, Silvia, que decide reunir a sus pacientes para tratar de buscar, todos juntos, la forma de hacerlo salir de su crisis.